Uno de los instrumentos básicos a la hora de plantearse cómo hacer realidad la inclusión, es a través del enfoque, diseño y desarrollo del currículo escolar. Éste puede constituirse en un elemento favorecedor, o por el contrario, ser una barrera que dificulte las dinámicas de pertenencia y participación en la vida escolar de determinados alumnos.
Por lo tanto, el currículo escolar tiene que generar oportunidades a los estudiantes para que todos logren los aprendizajes necesarios y desarrollen al máximo sus capacidades. Lo que se enseña y aprende en la clase dependerá de las características personales de cada alumno, de sus experiencias previas, valores y bajage escolar.
Para hacer realidad un currículo de este tipo, éste debe alejarse de los planteamientos prescriptivos y rígidos, centrados en muchas ocasiones exclusivamente en el libro de texto. Según Arnaiz (2003) un currículo abierto a la diversidad no es solamente aquel que ofrece a cada uno de los discentes lo que necesitan de acuerdo a sus capacidades, sino que es un currículo que plantea a los alumnos quiénes son los otros y el cual deberá incluir en su conjunto la sensibilidad hacia las diferencias existentes en la escuela.
